8. Un café agri-dulce

El tiempo pasaba y no encontraban ninguna chica que pudiera encajar en el papel de Maite. Solo quedaba una aspirante y a Soledad no le entusiasmaba la idea de que fuera su ultima opción.
-Sydney Herkel.
-¡Ya era hora! Llevo casi 1 hora esperando.-Dijo Sydney muy impertinente.
-Bueno lo importante es que ya estas aquí, y cuando te apetezca puedes empezar.-Dijo Soledad intentando calmar la situación para irse cuanto antes a casa
-Si, ya puedes empezar...- Dijo Lluc un poco nervioso- cuando antes empecemos, antes acabaremos- Dijo susurrando al oído de Soledad.
-Sorry chicos, pero me gustaría empezar.
-Claro.

Sydney empezó a actuar y a recitar el guion, y, aún que a Soledad no le gustaba el comportamiento de Sydney tenía que admitir que lo hacía muy bien. A Lluc también parecía gustarle, ya que lo le quitaba los ojos de encima.

-Bien, lo has echo bastante bien.
-No ha estado mal... -Dijo Soledad.
-Fabuloso, ¿entonces tengo el papel?
-Bueno deja tu número y ya te llamaremos si consigues el papel.

Lluc y Soledad decidieron ir ha tomar algo, para hablar sobre quien podía encajar mejor en el papel.

-Yo creo que Sara podría hacer de Maite muy bien- Dijo Lluc, tomándose el café un poco nervioso.
-¿Sara?¿En serio?, si no se sabía ni el papel.
-Ah...¿Y que tal Dominique?
-Ha, muy bien, dado que no se ha presentado. Lluc, ¿te pasa algo? Te veo un poco distraído.
-No, no, ami no me pasa nada.
-Vale. Yo creo que, mal que me pese, quien lo ha echo mejor ha sido Sydney.
-Como ¿Sydney?
-Si en mi opinión si.- Dijo Soledad un poco extrañada por la reacción de Lluc.
-Bueno, no lo ha echo mal....- Lluc se miró el reloj y grito aliviado -Es tarde, tengo que irme.

Soledad se quedo sola, en la cafetería, apenas había dos personas y se percató que las camareras no estaban muy por la labor, así que se acerco a la barra y pidió la cuenta mientras pensaba que le podía pasar a Lluc.


7. Una rubia con tacones

Las horas pasaron volando y Soledad y, esta vez, Lluc se reunieron otra vez en los casting, para intentar encontrar a la perfecta Maite.

Las puertas se abrieron y unas diez chicas entraron casi a la vez. El equipo les indicó que esperaran fuera y todas aceptaron menos una. Destacaba entre la multitud. Llevaba unos tacones de cinco centímetros, unos pantalones pitillos rosa chicle, una camisa blanca que debía ser unas tres tallas menos de la que debería llevar, un chicle en la boca, unas gafas de sol que tenían las tallas que le faltaban a la camisa, unos pendientes de aro y una larga melena rubia.

-Sorry chicas! Soy the One, así que empiezo the first, no?- Se acerco a Soledad y le petó la burbuja de chicle a cinco centimetros de ella.

Soledad tuvo un flashback del pasado.

Se veía a ella misma pero con unos años menos en el patio del colegio.
Una burbuja de chicle le petó en la boca.
-¿Pero quien hay aquí? Si es la mismísima Soledad “Dientes de conejo” ¿Te has comido ya las zanahorias?...”

Risas. Burlas colectivas. Sólo escuchaba eso.

-¡Soledad! ¿Soledad? ¿Hola, estas bien?

Soledad se recuperó.

-Sí,sí. ¡No! Tú te has de esperar fuera como el resto, no ibas a ser tú más que las demas. ¿Deborah Jerkeis?

Una débil voz sonó desde el principio de la cola.

-Si, soy yo. Pero que me puedo esperar.
-¡No! Pasa, pasa. La señorita...- Soledad indicó a la rubia su nombre.
-Sr.Herkel, Sydney Herkel.
-La señorita Herkel hará el favor de esperarse fuera como las diez chicas más.
-Claro...


6.Tienes el papel

-¿Angel Pier?, ¿Angel Pier?, ¿Angel Pier?. Nada. Es el tercer chico en media hora que no se presenta. Soledad, vas a tener que irte decidiendo entre los que hemos visto.
-¿A sí? ¿Quien? ¿Él que nos escupió, él que se había aprendido la parte de Maite o aquel chico que aún no logró comprender que le pasaba en las manos?

La verdad es que los castings habían ido de mal en peor. No había ninguno que se pudiera salvar. Soledad veía cada vez más como su obra se iba a pique, pero entonces....

-Hola, perdone, ¿es aquí la prueba para Oscar?- Un chico tímido, de unos dos metros, castaño y de unos profundos ojos azul celeste salió de detrás de la puerta.
-Si. ¿Es usted Angel Pier?
-No, soy Lluc Vial, a su disposición.
-Lluc, Lluc, Lluc. Lluc Vial. No, aquí no sale. Lo siento, no puede hacer la prueba.- Dijo unas de las ayudantes.
-¿Porque no? ¡Claro que si! Venga pasa, ahora te toca ti.-Dijo Soledad.
-Pero Soledad...
-Por uno que se presenta. Calla, que quiero escucharle.


Increíble. Había sido increíble. Ni escupía, ni tenia problemas raros en las manos, ¡Y se había aprendido su guión! ¡Fantástico!
Soledad aún no se lo creía.

-¿Que edad tienes Lluc?
-Dieciocho años.
-Un momentito. Chicas, reunión- Ordeno Soledad.

Al cabo de un rato de votaciones y susurros, la gente se dispersó. Era el momento de comunicarle la decisión.

-Lluc...
-¿Si?
A Soledad se le dibujó una sonrisa en la cara:
-¡Vas a interpretar a Oscar!

Soledad le empezó ha explicar a Lluc los ensayos y demás cosas. Mientras él estaba impaciente por contárselo a su madre cuando le viniera a recoger en el taxi 11234. No se iba a creer que su hijo pequeño fuera a ser actor.



5.Mariana, la taxista

Cuando el sol salió perezoso por la ventana del hotel, Soledad ya se había vestido, se había calzado su botas, había cogido el bolso y la chaqueta y se dirigía a los castings.

Había mucho trabajo por hacer. Soledad miró la agenda programada.

10:00h Casting para Oscar.
1:00 Comida con Eric
3:00 Casting para Maite.
6: Casting para papeles secundarios. (¡¡¡hasta las 10:30!!!)”

-Pues menudo día..
-¿Dices algo Soledad?
-No, nada Mariana.

Cuando Soledad se enteró que desde el teatro le daban la oportunidad de elegir chofer, lo tuvo claro.

-Quiero que sea Mariana.
-¿Quien?
-Conduce el taxi 11234.
-Pues como usted quiera.
-¡Gracias!

Mariana aceptó encantada de hacer de chófer de aquella joven barcelonina, que al igual que ella, encontró en París la llave para hacer realidad su sueño.

-Cuéntame Mariana, ¿que te trajo aquí?
-Aunque parezca mentira por el cuerpo gordo que tengo ahora..
-Pero que dices mujer,¡si estas perfecta!
-Pues yo también fui una chica guapa y frágil que quería salir del pueblo. En aquella época, vino un francés a veranear al pueblo y al acabar el verano, yo estaba casada, con un hijo en camino y camino de París.
-¿Y cuantos años tenias?- Preguntó Soledad. Le encantaban los temas antiguos.
-Pues no más de diecisiete, quizás los dieciocho.
-Mira, casi mi edad. ¿Y que dijeron tus padres?
-Ellos encantados. Eramos seis hermanas por lo que una boca menos que alimentar. Jean Lluc, mi marido, tenía una buena hacienda y estaba estudiando para ingeniero, porque en su familia, se lo podían permitir.
-¿Cuantos hijos tienes?
-Tengo tres; Carlos, el mayor, Françoise, la mediana y Lluc, que debe tener tu edad.
-¿Y...- Soledad se quedo con la pregunta a medias. Acababan de llegar a los castings.