4. Llamada en el móvil

Cuando llegó al hotel, Soledad, se quedó asombrada. Era un hotel sencillo, de 3 estrellas, pero era tan fabuloso, como si fuera de 5. Soledad pensó que por solo el hecho de estar en Paris hacia que todo le pareciera precioso. Pero justo en ese momento le sonó el móvil, interrumpiendo su momento de paz y tranquilidad.

-¿Si?-Dijo Soledad.
-Hola soy...- A Soledad le empezó ha temblar todo. ¡Era Nil!
-¡Ya se quien eres! Y no me apetece escucharte.- Dijo Soledad muy enfadada.
-Dejame unos segundos y no te volveré ha molestar mas- Le rogó Nil.
-¡Ni hablar!- Y Soledad colgó el móvil.

Las llamadas de Nil continuaron toda la tarde, pero Soledad ya ni se dignaba ha coger el teléfono, estaba más ocupada disfrutando de su nueva vida en París, y poniendo la ropa dentro del cajón de la habitación del hotel.

A las 6 de la tarde alguien llamó a la puerta.

-¿Quién es?-Dijo Soledad.
-Soy Eric, vengo ha explicarte como funcionará todo. ¿Me abres?
-Claro. Pasa, pasa...
-Bueno, venia ha explicarte que mañana...

Y Eric le fue explicando todo lo que tendría que hacer, preparar y dirigir. Todo eso empezaría mañana, pero por el momento solo tenia que relajarse y descansar.


3. Poniendo el pie en el suelo

El tren se paró. ¡Ya había llegado! Aún le parecía irreal... Todo había sido tan rápido..
Ni se lo había contado a Blanca, su compañera de piso y también su hermana mayor. Le había dejado un posit en la nevera. Era la única manera de comunicarse con Blanca. Siempre, cuando llegaba a casa, abría la nevera, bebía a morro de la botella de la leche y dejaba la puerta medio abierta.
Blanca era la mayor de las hermanas. Se llevaban siete años. Blanca era profesora de gimnasia de un colegio.
Después de Blanca, Soledad tenía otra hermana. Esta se llamaba Elsa. Elsa era bióloga. Ella no vivía en el piso porque vivía con su novio. Pese a que Soledad se llevaba tres años con ella nunca habían congeniado...

Soledad también tenía una hermanastra. Casi ni se hablaban. Para Soledad, Noelia era una malcriada que solo sabía pedir a su “mami”. Aunque también hay que decir que si no hubiera sido por ella no habría roto con Nil, no hubiera escrito el guión y ahora probablemente estaría aburrida en su habitación escribiendo en una libreta antigua...

-Perdone señorita, ¿va a bajar? - Alguien le habló desde la puerta.
-¿Que? A si, si, usted perdone...

Bajo del tren y, en aquel mismo instante, deseo haberse puesto manga larga. ¡Hacía un frio increible!

Cogió su maleta y empezó a arrastrarla hacia la salida.

En aquel momento se cruzó con un chico al cual ella sin querer pisó.

-¡Regardez où vous marchez!
-Sorry...

Salió de la estación y llegó a la calle. Justo empezaba a llover a cántaros...

Se subió a un taxi.

-41 Rue Alan Chartier.
-¿Es española?- Preguntó la taxista.
-Si. ¿Usted?
-También.Soy Mariana.¿De que parte es?
-De Barcelona.
-Bonita ciudad. Yo soy de Zamora.
-Ah... Menuda tormenta. Bonito día para llegar...
-No se preocupe, ya verá que se acostumbrará. En Paris, casí todos los días son así.

2. "Hacia el fin del mundo"

Toda esta historia empezó una noche lluviosa, entre sábado y domingo. Soledad no podía dormir así que decidió coger su portátil y ponerse ha escribir lo que le pasara por la cabeza.

“Fernando era el chico de mis sueños; alto, delgado, con los ojos azules, ese azul turquesa que...”

Se detuvo en seco, estaba describiendo a Nil, ese maldito chico por el que esa mañana se le había corrido el rimel. ¿Quien se creía que era él? Plantarla así el día que cumplían un año de relación, y encima, por su hermanastra. Eso solo lo hacían las malas personas, aún que viendo como era Nil, decir que era mala persona era quedarse corto.
Miró el reloj, las tres de la madrugada...
Rebuscó y encontró, en una carpeta en lo más interior de su chatarra de ordenador un archivo que se titulaba: “Hasta el fin del mundo”. Lo abrió. ¡Ahora se acordaba! Eso fue un intento fallido de una obra de teatro al estilo Romeo y Julieta. Se había quedado a la mitad de una oración y sabía porque. Nil, para variar, había dejado algo a la mitad por él. Creyó que sería bonito continuarlo...
Eran las 5 y media. Soledad miró el reloj una vez más. La historia estaba cada vez más interesante. Se prometió a si misma que esta vez si que era de verdad, que acababa la frase y plegaba, pero como las ultimas doce veces, la incumplió. Esto empezaba a ser adictivo, pero algo parecido a un pegamento le enganchaba a Oscar y Maite los protagonistas de aquella maravillosa obra que cada vez se hacía más complexa y más dulce. Mientras escribía aquellos párrafos estuvo más segura de si misma; había hecho bien de elegir periodismo como carrera profesional.
Tenía que dejar de escribir. 3,2,1...
“¡Solo una ultima palabra!” pensó.
Le dio pena dejar a Maite a mitad de saber si de verdad Oscar le quería, pero pensó que seria bueno dormir, aunque solo fueran tres horas antes de ir a la presentación de la universidad.
Así que guardó el documento, apago el ordenador y con el clasico ruido de Windows al apagarse, se cerraron sus ojos y con ellos, por ese momento, su imaginación.





1. Destino: París

Era viernes y acababa de sonar el timbre que indicaba que era hora de comer en la universidad. Soledad salió rápidamente de clase, ya que tenia que hacer unos recados antes de ir a comer. Pero justo cuando estaba apunto de cruzar la puerta para salir de la universidad, un señor muy arreglado le empezó ha hablar:
-Disculpe señorita. ¿Puede indicarme donde esta Soledad Marqués?- Dijo el hombre.
- Si, soy yo- Dijo Soledad un poco extrañada.
-Perfecto. Mi nombre es Eric y me enorgullece comunicarle que su guión ha sido aceptado y que lo podrá representar nada menos que en el gran teatro de París- Eric se quedo callado al ver la cara asombrada de Soledad- Aún que si hay algún problema siempre se puede aplazar...
-¡No!..Digo...Que no hay ningún problema, ¿Cuando podría ir para allí?
-Este mismo sábado. Si quiere le invito a comer y se lo explicó mejor.
-Si por supuesto..
Soledad y Eric se fueron a comer, y mientras comían Eric le fue explicando todo sobre la obra. Le explico que el guión estaba muy bien y que el lunes ya podría empezar los castings para escoger a los actores y a las actrices.
Cuando salieron del restaurante Soledad fue directa a su casa sin importarle la universidad ni los recados que tendría que haber hecho. Cogió una maleta y se puso a poner cosas dentro como loca. El portatil, la agenda, ropa de invierno, ropa de verano, chubasquero, paraguas, biquini, nunca sabe uno lo que puede pasar....
Cuando acabó, la revisó para asegurarse que no le faltara nada. Después se fue a la estación de trenes y pidió el primer billete para ir a París.
-Tiene suerte señorita, el próximo tren saldrá en 10 minutos.
-Muchas gracias.- Y salio disparada a coger el tren.
Quien le habría dicho hace dos meses, cuando empezó el guión, que eso le lllevaria tan lejos, y mucho menos a París, su ciudad favorita...