3. Poniendo el pie en el suelo

El tren se paró. ¡Ya había llegado! Aún le parecía irreal... Todo había sido tan rápido..
Ni se lo había contado a Blanca, su compañera de piso y también su hermana mayor. Le había dejado un posit en la nevera. Era la única manera de comunicarse con Blanca. Siempre, cuando llegaba a casa, abría la nevera, bebía a morro de la botella de la leche y dejaba la puerta medio abierta.
Blanca era la mayor de las hermanas. Se llevaban siete años. Blanca era profesora de gimnasia de un colegio.
Después de Blanca, Soledad tenía otra hermana. Esta se llamaba Elsa. Elsa era bióloga. Ella no vivía en el piso porque vivía con su novio. Pese a que Soledad se llevaba tres años con ella nunca habían congeniado...

Soledad también tenía una hermanastra. Casi ni se hablaban. Para Soledad, Noelia era una malcriada que solo sabía pedir a su “mami”. Aunque también hay que decir que si no hubiera sido por ella no habría roto con Nil, no hubiera escrito el guión y ahora probablemente estaría aburrida en su habitación escribiendo en una libreta antigua...

-Perdone señorita, ¿va a bajar? - Alguien le habló desde la puerta.
-¿Que? A si, si, usted perdone...

Bajo del tren y, en aquel mismo instante, deseo haberse puesto manga larga. ¡Hacía un frio increible!

Cogió su maleta y empezó a arrastrarla hacia la salida.

En aquel momento se cruzó con un chico al cual ella sin querer pisó.

-¡Regardez où vous marchez!
-Sorry...

Salió de la estación y llegó a la calle. Justo empezaba a llover a cántaros...

Se subió a un taxi.

-41 Rue Alan Chartier.
-¿Es española?- Preguntó la taxista.
-Si. ¿Usted?
-También.Soy Mariana.¿De que parte es?
-De Barcelona.
-Bonita ciudad. Yo soy de Zamora.
-Ah... Menuda tormenta. Bonito día para llegar...
-No se preocupe, ya verá que se acostumbrará. En Paris, casí todos los días son así.

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